jueves, 18 de marzo de 2010

blanco

Nunca había visto tantos caballos blancos en Sevilla, van cortando la brisa con su galope de cascabeles. En esta mañana tibia de Marzo los cocheros en los pescantes, todavía sin pasajeros, se cubren ligeramente los pies con una manta gris claro como las crines de los caballos cartujanos, el día por delante. Llego a la biblioteca y a la entrada una frase de Cicerón; Si al lado de la biblioteca tienes un jardín, lo tienes todo. Yo me siento como sí en este momento tuviera mucho más de lo que pudo haber en la biblioteca de Cicerón quizá rodeada de patios con cipreses y arrayanes, pues todavía tengo el dulce sabor amargo del primer café del día en el paladar y todo está ahí; los titulares frescos de los periódicos de papel crujiente no leídos por nadie y el pecho lleno de una respiración que no es sólo la mía. En casa he dejado el dormitorio lleno de sábanas revueltas en donde la huella del paso de cada una de las horas ha ido dejando los deseos sin formular, los susurros de los minutos que uno por uno han transformado la misteriosa noche cerrada en esta mañana de niebla blanca, desperezándose en el parque.